Historia detrás de la pieza
Los tejedores tradicionales de las distintas regiones del Perú desde siempre se han destacado por generar piezas de gran expresividad y excepcional estética, hablando incluso de aquellos tejidos destinados a cumplir funciones simples dentro de la vida cotidiana. Es el caso de esta tipología de manta amplia y gruesa que inicia su historia siendo utilizada como cobertor; de hecho, su nombre original en todos los pueblos en los que fue inicialmente confeccionada era frazada camera, un bien útil, necesario y muy preciado sobre todo en las tierras altas.
A pesar de que las mantas con dicha función hayan sido elaboradas desde tiempos muy remotos, se cree que su producción pudo haber tomado mayor énfasis y popularidad a mediados del siglo XX, y es recién a finales del mismo siglo que este tejido adquiere funciones diferentes a las de su origen primordial debido a que la belleza de sus diseños y variedad de sus colores se acopla perfectamente a un uso decorativo como tapiz colgante, alfombra u otro empleo de corte ornamental.
A causa de que la zona sur de los Andes ha sido poseedora de una reconocida producción textil desde hace varios siglos generada no sólo por los antiguos obrajes de la época virreinal sino por los mismos procesos heredados de épocas prehispánicas, los departamentos de Cusco y Puno son los que más han contribuido al sostenimiento de la larga tradición de la elaboración de estas mantas. La frazada de tipo sur-andino de lanas de alpaca, aunque también de oveja, aprovecha para sus pampas (franjas de tejido llano en color sólido) los hermosos tonos naturales del ganado autóctono: negros muy ricos, pardos variadísimos, tantos tipos de marrones, grises perlados y blancos muy tiernos.
Cabe resaltar que las mantas cameras no son tejidas en serie. Cada una es una pieza diferente, cada tejedor ha expresado en ella sus preferencias por determinados colores y motivos a pesar de seguir siempre cierto patrón que las unifica. Muy pocos tejedores vuelven a plasmar el mismo diseño o usar los mismos colores. Ésta, en particular, es una pieza proveniente del distrito de Zepita en la zona del departamento de Puno colindante con Bolivia, íntegramente elaborada a mano con lana de alpaca, ejemplar considerado una expresión de arte tradicional rural1.
A diferencia de muchos tejidos hechos a mano que actualmente se desarrollan en grandes telares de pedal fabricados en madera provenientes de la época de la colonización, esta pieza tradicional fue hecha en un sencillo telar de cintura. Para su creación se empleó aproximadamente un mes y medio, sólo en lo que respecta al urdido y el tejido cuidadosamente hecho a mano. Vale mencionar que este tiempo no incluye los procesos previos por los que pasan sus fibras: desde el trasquilado del animal, la limpieza de impurezas, el desenredado del vellón, la clasificación de color, la primera torción de las fibras para la obtención del hilo preliminar, el madejado, el teñido con plantas hasta el torcido final, procesos que también son realizados a mano.
Para iniciar el proceso es necesario configurar la urdimbre pasando de un extremo a otro del telar las grandes pelotas de hilo según los colores escogidos, proceso para el que se necesitan siquiera dos personas. Debido a la gran extensión del tejido, el telar fue desde un inicio preparado para desarrollar la mitad de la manta, es decir que todos los diseños y combinaciones de colores deberán de ser matemáticamente alineados para encajar en la siguiente mitad, la que se teje prácticamente a continuación de la primera. Ya comenzando el tejido, es decir, pasando el hilo de la trama gradualmente de izquierda a derecha se irá creando la decoración por cambios de color a lo ancho del textil.
La gran mayoría de los tejedores, por no decir todos, llevan el diseño y sus dimensiones en la mente. En este proceso aflora la capacidad de los tejedores para visualizar las formas sin tener ningún patrón previo, formas que luego serán plasmadas en el tejido. A medida que se avanza con el trabajo, cada línea tejida deberá ser presionada enérgicamente hacia abajo con la kallwa, vara de espesor medio fabricada en madera que cuenta con los bordes redondeados para no cortar los hilos con la fuerza de la presión.
Durante todo el proceso el tejedor debe tener habilidad en sus manos, concentración y buena vista para tejer los diseños, fuerza y técnica para manejar la kallwa y mucha minuciosidad y limpieza para unir las mitades y rematar la pieza. Una buena manta camera debe tener además un tejido uniforme, parejo, muy liso y apretado, resultados de la combinación perfecta de un buen hilado, torcido y tejido, eso en cuanto a la parte técnica, pues el otro elemento importante para valorar una de estas mantas es el aspecto artístico. El tejedor demuestra su arte al armonizar las formas y colores de los diseños escogidos de tal modo que exista un balance entre las dos mitades que conforman la manta.
Finalmente, sobre esta pieza se puede decir que conserva las características tradicionales de forma, decorado y técnica típicas de las mantas cameras de la zonas fronterizas con el territorio boliviano. Su tejido multicolor que va del naranja cadmio, al rojo bermejo y al bermellón pasando por los toques de amaranto y casal, dedica sus iconografías principalmente a la Chacana o Cruz Andina.
Origen: Zepita, Puno
Medidas: 160 cm x 148 cm
Estado de conservación: Excelente
SKU: 0236-66
Medidas: 160 cm x 148 cm
Estado de conservación: Excelente
SKU: 0236-66
USD
$ 2180.00
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1Se considera
Arte Tradicional Rural a aquellas manifestaciones plásticas creadas por residentes del ámbito rural cuyas producciones no pueden identificarse como parte del lenguaje autóctono de una etnia. Un artista tradicional del ámbito rural que migra a la urbe seguirá haciendo arte tradicional rural mientras mantenga sus técnicas, formas y funciones, pues éstas proceden del ámbito rural.